viernes, 7 de febrero de 2014

Dinamita

Cada vez que M. mira a un chico guapo, me da envidia. Porque es capaz de ver solo a un chico guapo. Sin toda la mierda que me viene a la cabeza cada vez que hago lo mismo, todos los prejuicios, todas las defensas adquiridas. Ve a un chico guapo y nisiquiera necesita ver que es buena persona, o especialmente tolerante, ya no digamos que sea consciente de sus privilegios.

Y me acuerdo de ese chico de clase. Guapo, con barba, simpático, un encanto... Pero que no veía el machismo de los anuncios machistas. Decía que "solo reflejan la realidad". Y luego apoyaba a un mal profesor, que también soltaba sus comentarios machistas de vez en cuando, sencillamente porque no suspendía demasiado. Aunque pusiera las notas en base a sus prejuicios, qué más da. Supongo que cuando esos prejuicios te benefician, puedes decidir que "no es para tanto".

"No es para tanto". Siempre esa gran frase. No es para tanto que abusen de una menor (concretamente, de una niña de 7 años) si solo es una vez, porque "no le quedará tanto trauma". Lo leo hoy en un comentario en eldiario.es y no puedo salir de mi asombro.

El careto de Woody Allen y esa inquietante pregunta (¿cuál es tu película favorita de Woody Allen?) llevan persiguiéndome tres días. El tiempo que ha pasado desde que leí la entrada de Erika en elcaminorubi. Y luego el artículo de Beatriz Gimeno en eldiario.es. De éste, ni me atreví a mirar los comentarios. Y ya que estaba, me puse a leer la carta original de Dylan Farrow.

Me he estado acordando mucho de cuando mi madre nos pidió que no fuéramos a ver películas suyas. Y no le hicimos caso. ¿Quién le ha hecho nunca caso? Solo es una mujer sin carrera universitaria y sin trabajo remunerado. Poco más que un cero a la izquierda. Una histérica... "Las histéricas se apoyan entre sí".

He estado pensando muchas cosas. Igual que Erika, me doy cuenta de que yo especialmente no puedo dejarme llevar por la inercia de creer al tío rico blanco famoso cisgénero hetero solo porque es un tío rico blanco etc etc. ¿Cómo yo, que sé lo que duele el silencio y el miedo y el miedo al silencio y el miedo a hablar y al miedo a todo en general, cómo yo puedo no darle importancia?

Y ya había decidido que no escribiría sobre esto, pero la furia me supera. Furia contra todos los privilegios masculinos. Furia contra el silencio. Furia contra el dolor. Furia contra la ausencia de salidas. Furia contra esta mierda de asfixia con la que vivo. Sé que esto no arregla nada, pero es que no hay nada que arregle nada.

Así que vuelvo a ver a ese niño que no sabe lo que hace. Realmente no sabe lo que hace. Solo juega a dominar. Solo se aprovecha del poder que tiene porque lo tiene. Y nadie hace nada para impedírselo. Tenemos demasiado miedo. No sabemos que no tenemos ninguna obligación de hacerle caso. Nosotrxs tampoco sabemos. ¿Qué sabes a los cuatro años? ¿Te acuerdas de lo que sabías? ¿Te acuerdas de algo? Yo me acuerdo. Me acuerdo de la separación de mis padres, de las lágrimas de mi madre, de la angustia vital, de la tristeza. Me acuerdo del color gris. Me acuerdo de NO tener amigxs, solo esos tres, que eran de cursos superiores, porque ninguna persona de mi clase se atrevía a jugar conmigo. No se atrevían porque él lo había prohibido.

Muchas veces he rememorado esa época, obsesivamente, temiendo que se me escapara algún detalle, temiendo olvidar y ser incapaz de comprenderme nunca más. En mi cabeza están los dos hechos íntimamente ligados: la separación y el abuso. Se me han olvidados los nombres. Casi mejor así. No querría tener la oportunidad de buscar sobre mis pasos. No querría realmente saber qué fue de él, ni de ella.

¿Quién decide qué es "para tanto"? Yo digo que si afecta a tu vida, es que lo es. Si lo sientes así, es que lo es. Y me importa una mieda que para el resto no lo sea. Para mí fue "para tanto". El post de Erika me afectó porque me describía.

Porque sí, vivir abusos siendo una cría te enseña a:
  • abandonar tu cuerpo sabiendo que es la única manera de no sufrir
  • mentir patológicamente para crear un mundo de fantasía donde puedas explicar la mierda que vives
  • desarrollar una sexualidad corrosiva
  • atentar contra ti por creer ser la causa de lo ocurrido
  • tejer dolor-placer-vergüenza en una misma trama
  • caminar por la vida con la sensación de estar sucia todo el tiempo 
  • creer que hay algo malvado en ti
  • pensar que mereces un castigo por todo lo que has provocado
  • ocultar tu cuerpo porque él es el culpable de tu Infierno Particular
  • vivir atada a fantasías sexuales en las que el abuso se repite
  • morir, a querer morir y buscar la manera de conseguirlo

(Cada vez que lo leo me pongo a temblar. Me veo tumbada en ese suelo frío, en silencio mortal, con la mirada perdida. Me veo contándole a mi madre que dentro de mi cabeza tengo muchos amigos con los que hablo y a los que les cuento mis cosas. Me veo durante toda mi infancia sintiéndome muy muy culpable por mi atracción hacia el sexo. Me veo en uno de esos momentos con toda mi contradicción de placer-rechazo-miedo-ascodemimisma. Me veo preguntándome de por vida qué está bien y qué está mal, qué es sano y qué no lo es, especialmente si tiene relación con el sexo. Me veo aun ahora siendo incapaz de desnudarme a menos que me den mucha mucha confianza. Me veo teniendo fantasías BDSM muy muy bestias desde mucho mucho antes de conocer la existencia del BDSM. Y de mi relación con la muerte, ya si eso, otro día.)

Me he acordado de muchas cosas en estos tres días. Como de ese profesor que prefirió mirar hacia otra parte cuando fui a explicárselo (después de armarme de valor durante muchos muchos días). Cuántos años me costó entender que solo era un hombre cobarde que no quería complicarse la existencia, que no era que no me hubiera oído, ni que no se lo hubiera explicado bien, sino que sencillamente no se quiso dar por enterado, preferió quedarse con su "no es para tanto" particular, prefirió todas las excusas antes que mi verdad.

O como de su hermano, él sí bastante mayor (para mí solo eso, "un chico mayor"), que prefirío reñirme a mí una vez que vio lo que sucedía. Le dijo que eso era cosa "de personas mayores", y me dijo a mí que no debería dejarle. Y yo callé, en vez de gritarle que yo no le había dejado hacer nada, que su hermano era un **** violador y que hiciera el favor él de compartarse como un hermano mayor y le enseñara a no hacer lo que hacía (obviamente no podría haber dicho nada de todo eso, ¿qué sabes a los 4 años?). Solo durante el último año he sido capaz de relacionar el episodio del hermano mayor con el concepto de "culpabilizar a la víctima" (aunque en inglés suena mejor... en inglés siempre suena mejor).

Durante estos tres días he visto repetidamente como se decía que "en este caso" bla bla bla. Esto no va de Woody Allen, ni siquiera de Dylan Farrow, ni siquera sobre mí, ni sobre mi historia. Esto va de los millones y millones de supervivientes atadxs a su silencio. Y de lo que sucede cuando se rompe ese silencio: todos los focos hacia la persona superviviente, aunque sea una cría de 7 años (¡7 años!). "No me digas a mí cómo evitar ser violada, dile a ellos que no violen". Deja de valorar mi experiencia como víctima o como superviviente, o como cuenta-cuentos (qué más da), y empieza a valorar cómo decirle a nuestrxs agresores que no lo sean y cómo vas a impedírselo la próxima vez.

Esto no va de meter a gente la cárcel, ni de cómo cambiar las leyes para endurecer las penas. Esto va de cómo damos apoyo a quien ha sufrido violencia. Esto va de dinamitar el silencio.

1 comentario:

  1. Wow. Gracias. (Tenemos tantas cosas de las que hablar en relación a esta entrada que ni siquiera voy a intentarlo en un email, esto merece más de un café).

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