miércoles, 2 de octubre de 2013

De armarios y privilegios

No se me ocurriría juzgar a una lesbiana en el armario. Lo entendería como supervivencia. Podría decir que no lo haría porque sé lo que es la homofobia y la lesbofobia, sé lo agobiante que es no poder ir tranquilamente por la calle con una persona que te gusta. Pero lo entiendo mejor por todas las historias que me han contado. Historias en las que la mayoría de personas que las protagonizan consiguen ser razonablemente felices, pero solo después de superar muchos más obstáculos de los que deberían ser.

No sé me ocurriría juzgar a personas que están más o menos al mismo nivel de escala social que yo cuando tratan de sobrevivir como pueden. Mucho menos me creo con derecho a juzgar a personas sobre las que yo tengo un privilegio.

¿Con qué derecho podría juzgar yo a una lesbiana negra sudafricana que vive en el armario? ¿Con qué derecho podría juzgar a una persona transexual o transgénero en prácticamente cualquier lugar del mundo que vive en el armario?

Igual llega un día en que una mujer transgénero que vive como tal pueda acceder en las mismas condiciones que una mujer cisgénero al mercado laboral (ya no digo en las mismas condiciones que un hombre cisgénero, que sería lo suyo, que todas las personas estuvieran al mismo nivel). Igual algún día la muerte de una persona transgénero importa tanto como la muerte de una persona cisgénero. Igual algún día una mujer transgénero pueda circular por la calle sin correr el riesgo de ser agredida por el mero hecho de ser, o igual el riesgo de sufrir una agresión llega al mismo nivel que tenemos las mujeres cisgénero, que tampoco es el ideal pero es bastante más bajo.

Mientras no llega ese día, no creo que yo (con todos mis privilegios cisgénero) sea nadie para juzgar a una mujer transgénero que actúa socialmente como hombre. No seré yo quien juzgue que en realidad en realidad no es una mujer transgénero sino un machirulo infiltrado. Y mucho menos seré yo quien coloque su armario al mismo nivel que el abuso de algunos hombres cisgénero, blancos y heterosexuales dentro de círculos feministas.

Luego dirán que los hombres con privilegios de hombres no deben hablar en círculos feministas, sino callar y escuchar. Quizá sería bueno aplicarse el cuento y callar y escuchar en temas de transgenerismo y transexualidad.

Otro tema es que a nadie se le debería permitir poner en práctica abusos machistas. "A nadie" incluye también a las mujeres que actúan como machirulos (aunque no sea lo mismo, aunque no estén en el mismo nivel social que un hombre reconocido socialmente como tal).

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