viernes, 20 de septiembre de 2013

Asumir la derrota

Asumir la derrota. Replegar velas, cambiar el rumbo y seguir corriendo en otra dirección. Rápido rápido rápido. Asumir una nueva derrota, volver a replegar velas, volver a cambiar el rumbo. Y seguir corriendo. Y volver a asumir una derrota, asumir una derrota, asumir una derrota. La vida es lo que pasa entre derrota y derrota.

Si tuviera tiempo de llorar, lloraría. Pero cada vez que paro a lamerme las heridas, pierdo un tiempo precioso y me acerco más a un nuevo abismo.

A veces me pregunto a dónde voy. Y entonces la ansiedad me ahoga. Leo un artículo que contrasta el cinismo de algunxs con la realidad de sufrir un desahucio, y las lágrimas salen solas, antes de que sea capaz de recordar por qué. Ansiedad. Insomnio. Sí, recuerdo esas noches en las que la incertidumbre llegaba a puntos insoportables, a pesar de nuestros intentos por mantener la calma. Si es así sabiendo que no acabarás en la calle, cómo debe ser no tenerlo tan claro...

A ratos creo que estoy desorientada. Pero luego me doy cuenta de que no. No es desorientación, es miedo. Pero recuerdo todo. Recuerdo cómo ha actuado cada persona. Recuerdo en quien puedo confiar. Veo claramente las puertas que me quedan abiertas. Sé que tengo que ir rápido rápido rápido, sé que estoy perdiendo el tiempo, sé que cada vez que pierdo el tiempo las consecuencias son peores, sé que estoy dejándome muchas cosas por el camino. En sentido figurado y en sentido literal.

La mayor parte del tiempo creo que estoy bien. Me siento bien. Luego, pasado un tiempo, miro atrás y veo que cuando creía que estaba bien estaba francamente mal. Aguantando la compostura como se puede. Tratando de sostener un castillo de arena con las manos.

Lo peor... Lo peor no es que te echen de tu casa, ni la flagrante injusticia, ni la descomposición familiar, ni la pobreza, ni las puñaladas traperas de personas que teóricamente están ayudando. No, lo peor es no tener a quien abrazar.

Asumir la derrota es una cuestión de supervivencia. Es lo que marca la diferencia entre sufrir consecuencias malas y consecuencias peores.

Y a pesar de los pesares, vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario