sábado, 23 de marzo de 2013

Reflexiones transversales

Llevo un par de meses bastante buenos a nivel personal, pero de nuevo se acerca una época de turbulencias y me da miedo no ser capaz de seguir manteniendo este estado de ánimo. Me doy cuenta de que voy a necesitar volver a encontrar cosas que me motiven, que es algo que últimamente conseguí casi de casualidad. Sé que es posible, pero me da miedo no encontrar las fuerzas pasa hacerlo.

En cierto modo, me estoy especializando en dos campos muy distintos: el de los problemas energéticos globales y el de los feminismos. Ya lo he contado otras veces, que sean campos tan distintos me genera una gran sensación de desubicación. Porque a menudo parecen excluyentes entre sí, y porque a menudo cada grupo de personas implicado en uno de estos campos mira por encima del hombro al resto, y a continuación cometen errores en el otro campo que me resultan muy deprimentes. Y sin embargo, en ambos casos la conclusión básica es la misma: es necesario un cambio de sistema económico y social.

Ese cambio necesita de estas dos fuentes de conocimiento y seguramente de unas cuantas más. Para mí es muy evidente, porque estoy en la intersección de los intereses de ambos grupos (y de algunos más). En ambos casos, de vez en cuando encuentro a alguien con quien momentáneamente creo estar de acuerdo en casi todo, hasta que dice o hace algo que me horroriza.

Aun así estoy en una fase optimista. Porque veo a gente haciendo cosas. Aunque sea a trompicones, aunque sea equivocándose, aunque siga siendo minoritario (lo de hacer algo), por lo menos veo a gente haciendo cosas.

Sigue dando miedo la palabra "radical". Como si fuera sinónima de "violencia". Y yo cada día me siento más radical, aunque no necesariamente violenta. Creo que es necesario reivindicar nuestro derecho a la defensa, pero también me doy cuenta de que la violencia lleva a un lugar aun más negro (en España tenemos bastante experiencia en este tema, aunque la memoria histórica se vaya perdiendo por inanición).

Mirando la tele oí que decían que el 80% de la gente en España apoya la candidatura para los Juegos Olímpicos. No he querido contrastarlo. Temo que sea verdad. Aunque la misma persona a continuación dijo una mentira tan grande como que económicamente siempre sale a cuenta. Como alguien me dijo, que pregunten a lxs griegxs.

También alguien me dijo (y tampoco me he atrevido a contrastarlo) que mientras en Cataluña se ha conseguido frenar temporalmente el fracking, en la Comunidad de Madrid se sigue el camino opuesto. La idea de que sea verdad me da ganas de llorar. Junto al Eurovegas y a los Juegos Olímpicos, estas medidas suponen exactamente lo opuesto a lo que se debe hacer para intentar tener una mínima posibilidad de supervivencia. Decía que la violencia debe evitarse, pero me pregunto, ¿cuando la gente descubra lo que significa hacer todo esto en un momento como éste, seguirá estando por las protestas pacíficas?

Quizá aleguen que no lo sabían. Quizá alguien lxs crea. Pero no será verdad. Porque si lo sé yo, lo saben ellxs, aunque prefieran mirar hacia otra parte.

Se están haciendo cosas. Como okupar terrenos. Con el nivel de paro que tenemos, no entiendo cómo no se hace más.

El consumo se desploma. Puede parecer malo, pero es bueno. Lo malo es qué tipo de consumo es el que se mantiene. En épocas difíciles, no se elige donde comprar, se compra donde se puede.

En realidad, la única solución es crear un mercado paralelo. Al principio me parecía una locura, pero según le voy dando vueltas le encuentro más y más sentido. Aunque sigue existiendo el punto complicado de cómo participar simultáneamente en ambos mercados, algo que va a ser necesario durante bastante tiempo. No se habla de él, pero ese mercado ya existe. Es la suma de muchos pequeños proyectos que están en marcha. Y deben crecer y deben encontrar la manera de complementarse entre sí. Creo que esto también lo he dicho, no es necesario tener euros si tienes las cosas materiales e inmateriales que necesitas.

El feminismo está muy bien, es muy necesario, pero debe conseguir incluir a los hombres. No sé cómo se consigue que los hombres se interesen por el feminismo. Tampoco sé cómo se consigue que las mujeres hablen de los problemas energéticos. O mejor, no sé cómo se hace para que en un debate haya tanto hombres como mujeres (e idealmente, personas con otras identidades) que debatan en igualdad de condiciones, de manera constructiva, y consiguiendo comprenderse. En el tema de la comunicación me siento a medio camino, no me siento mujer ni me siento hombre. Creo que es el aspecto en el que más queer me considero.

Y se debe hablar más sobre el concepto de familia. El anarquismo clásico lo hacía. Pero no basta con cargarse la idea y ya. Porque es necesario tener alternativas y porque hay mucha gente que tiene un vínculo positivo con su familia (aunque no sea idílico). Ahora pienso esto: no quiero tener hijxs de manera convencional, pero sí de manera no convencional. Eso no significa plantearme otras maneras de llegar a tener esx hijx, sino cambiar en concepto de maternidad/paternidad (me falta una palabra sin género para lo que intento transmitir).

Tengo muchas ideas de lo que creo que debe ser, pero son ideas que se quedan en mi cabeza. Vale, paso de monogamia estricta y me planteo el poliamor, pero no sé donde encontrar personas con las que pueda generar este tipo de vínculos. Vale, paso de querer tener hijxs en exclusiva y me planteo otras formas generar vínculos con niñxs, pero no sé ni por donde empezar a crear un algo con otras personas que me permita llegar a eso que me gustaría tener. Vale, paso de querer ser propietaria de todo lo que uso, pero no sé dónde encontrar personas con las que compartir ni sé cómo conseguir y gestionar lo que consigamos. Vale, me planteo una forma de trabajo más colaborativo, pero no acabo de ver cómo llegar a formar esas estructuras de trabajo, y aun menos, cómo conseguir escapar del Sistema, por muy cooperativistas que seamos.

En definitiva, me faltan personas que encajen con mis ideas, con la dificultad de que mis ideas son un conglomerado de cosas cogidas de aquí y de allá, y con la otra dificultad de que para conseguir que realmente fueran útiles y sirvieran para transformar la realidad, deberían llegar a ser mayoritarias. Este es el punto en el que estoy.

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