lunes, 17 de diciembre de 2012

Emociones y principios

Esto de tener a niñxs cerca permite observar comportamientos interesantes. Con los años aprendemos a moderar u ocultar algunas emociones, aunque siguen ahí. Lxs niñxs aun no han aprendido a hacerlo, así que pueden verse claramente.

Como la timidez. Conversación:
Alguien hablando con un niño - ¿En qué idioma has hablado con los otros niños?
Respuesta del niño - En ninguno. No he hablado, me daba vergüenza.

La timidez a menudo se confunde con "ser demasiado buenx". O con falta de carácter. O con hablar poco en general. Y no tienen nada que ver cada una de estas cosas con las otras. Entre personas adultas ya deberíamos haberlo aprendido, pero no, a menudo lo confundimos igual, y eso da lugar a malentendidos y situaciones inesperadas.

Más interesante es el sentimiento de culpa. Situación: dos niños jugando, uno le hace daño al otro involuntariamente. Reacción del que ha sufrido el daño: ponerse a llorar. Reacción del que ha hecho el daño: ponerse a gritar "DISCULPA".

El sentimiento de culpabilidad es muy desagradable, así que a menudo reaccionamos con agresividad, o a la defensiva, como si fuera culpa de la otra persona que nos sintiéramos así.

Gestionar las emociones es un tema complicado. Por lo general, nadie nos enseña a hacerlo directamente, en el mejor de los casos recibimos buenos ejemplos (que también podrían ser malos y reforzar más el problema) o buenos consejos (lo mismo). En un tema tan esencial en la vida como este, seguimos aprendiendo principalmente por la vía más salvaje, a base de prueba-error. ¿Cuantos de los problemas que tenemos vienen directamente de una mala gestión de las emociones, ya sean nuestras, ya sean de otras personas?

Como con el egoísmo, o la búsqueda de la máxima satisfacción personal. No creo que deba estar reñido con buscar un bien colectivo, o de varias personas. Dentro de una pareja, yo no estoy mejor si mi pareja está peor, al contrario. O en el conflicto España -  Cataluña, yo no estaré mejor si una madrileña está peor, y al revés tampoco creo que funcione. A menudo se plantean las cosas como si el hecho de que otra persona tenga algo me restara a mí. Y sin embargo, si todas las personas del mundo de repente se iluminaran y se pusieran a buscar activamente el bien colectivo, eso automáticamente provocaría el bienestar de todas las personas del mundo. Lo mismo suele funcionar dentro de grupos más pequeños: pareja, amistades, familia, países, comunidad de vecinos, club de go, etc.

Y aquí voy a comentar mi filosofía de principios y fines. Ante la frase "el fin justifica los medios", yo la niego rotundamente. El fin y los medios deben estar de acuerdo. Si mi objetivo es la paz, no la conseguiré con la violencia. Si mi objetivo es la supervivencia, la violencia puede estar justificada.

Dentro de las relaciones humanas, si mi objetivo es ser feliz, no debo hacer cosas que me hagan infeliz. Entonces debo saber qué me hace feliz y qué me hace infeliz. Por ejemplo, ¿me hace feliz que una persona a la que quiero sufra? Para mí la respuesta es que no, así que en la medida que pueda, evitaré el sufrimiento de las personas que quiero. Eso a veces puede entrar en conflicto con otros objetivos. Por ejemplo, ¿me hace feliz que me hagan daño? Respuesta obvia: no. Así que debo actuar para evitar que me hagan daño. Si eso entra en conflicto con el principio de "evitar perjudicar a las personas que quiero", debo poner en orden mis prioridades. Debo tener claro cual es el objetivo para poder decidir los medios.

No es un método infalible, claro. Siempre pueden producirse errores. O puede haber circunstancias en las que no dé tiempo a hacer toda esta reflexión. Pero creo que siempre es más fácil improvisar o rectificar si se tienen claras las ideas. Y de nuevo, siguiendo la misma filosofía, si después de cometer un error me dedico a mortificarme por ello, voy en contra de mi objetivo "ser feliz", así que trataré de evitar hacerlo. Sin embargo, sí trataré de aprender de la experiencia para futuras ocasiones, o si es un tema aun abierto, para tomar medidas paliativas (si le he pegado una patada a un muro, igual necesito vendarme el pie; si le he hecho daño a otra persona, igual debo pedirle perdón; si me he equivocado de rumbo, igual debo rectificar, etc.). 

Como con la timidez, hay quien confunde poner en práctica esta filosofía con "falta de carácter" (que si fuera el caso, ¿qué más da? ¿En qué sentido es mejor una persona "con carácter" que una persona "sin"? Especialmente cuando el carácter suele parecerse demasiado a la agresividad en este tipo de comentarios) u otras cosas. De nuevo, esto me demuestra que no tenemos claro lo que queremos en la vida. No creo que el problema sea solo con el amor romántico, creo que va mucho más allá.

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