jueves, 8 de noviembre de 2012

Cooperativas

Hace ya algunos años fui a una charla sobre cooperativas. No tenía ni idea de lo que eran, pero el nombre molaba, así que decidí informarme. Vino una chica que poco antes había empezado una, junto con dos o tres personas más, y se dedicó a contarnos su experiencia. Todo muy coloquial.

Me gustó, claro. Especialmente me gustó su planteamiento. Decía cosas como que una empresa cooperativa no tiene por qué ser superguay, llena de buenas personas que quieren un mundo mejor y que se pasan el día sonriendo. Puede que solo eligieran formar una cooperativa porque decidieron que era más rentable a corto plazo.

Está la idea básica de repartir equitativamente los beneficios en función de la cantidad de trabajo realizado, y no en función del dinero invertido en la empresa. Pero el cómo se mide esa "cantidad de trabajo" tampoco es algo estricto. Puede entenderse como "horas trabajadas", sea con el cargo que sea (tanto cobraría quien ocupe la presidencia, como quien está en secretaría). Puede decidirse que no, que es mejor tener en cuenta la cualificación profesional (títulos, experiencia...). O puede repartirse en función de los proyectos realizados, porque una persona puede necesitar cuatro veces más tiempo para realizar un mismo proyecto, y eso no significa que deba cobrar cuatro veces más. Aunque puede invertirse el argumento: si una persona necesita cuatro veces más tiempo para realizar un proyecto, al final del año, se habrá ocupado de cuatro veces menos proyectos que el resto. ¿Es justo que cobre cuatro veces menos?

También está el principio de "una persona, un voto", en contraposición al funcionamiento de sociedades anónimas y sociedades limitadas, donde se sigue el "una acción, un voto". Pero aquí ya entramos en las distintas categorías de socixs, y ahí ya empiezo a perderme... El modelo del que nos habló esta chica era muy sencillo: las mismas personas que trabajaban eran las que ponían el capital inicial. Un sistema práctico, porque evita la separación entre la toma de decisiones y ser quien tiene que asumir esas decisiones. Lo cual lleva a responsabilizarse de todo el proceso, tanto tomar decisiones como luego acatarlas, como el hecho mismo de buscar que la empresa funcione.

En algún momento también habló de la necesidad de crecer de una empresa. Decía que era "lo natural" para una empresa. Esa parte no me gustó tanto. Si no se consigue un modelo basado en asumir un tamaño manejable y quedarse ahí, se volverá a chocar una y otra vez con el mismo problema. El crecimiento infinito no existe. El crecimiento económico tal y como se entiende ahora va intímamente ligado al endeudamiento, y este a su vez es el cáncer del sistema económico. Con este sistema lo que se consigue son grandes gigantes con pies de barro, que inevitablemente acaban por aplastar a las mismas personas que se alimentan de ellos.

En cualquier caso creo que es necesario repensar el modelo de empresa clásico. Para cambiar algo en el mundo debemos empezar por cambiar dos cosas: nuestra manera de trabajar y nuestra manera de consumir. Solo si conseguimos hacer ambas cosas de forma ética tendremos alguna opción de conseguir un cambio global.

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